"Tengo una caja de huevos a buen precio. Sígueme", dice un hombre mientras atraviesa una calle custodiada por una tanqueta militar.
Esa caja es parte de los productos saqueados durante tres días de disturbios en Ciudad Bolívar, en el oriente de Venezuela, el pasado fin de semana.
La ciudad fue el escenario de la reacción más violenta en el país ante la crisis provocada por la decisión del gobierno de Nicolás Maduro de retirar de circulaciónlos billetes de 100 bolívares, los de mayor denominación y los más usados en Venezuela.
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La medida, aprobada el 11 de diciembre y efectiva a partir del viernes 16, generó una escasez de dinero en efectivo que derivó en protestas y disturbios en varias partes de Venezuela.
De los 405 detenidos en todo el país, 286 fueron apresados en el estado Bolívar, cuya capital es Ciudad Bolívar.
El Mercado Popular Periférico, uno de los sitios más concurridos por los locales para hacer sus compras, estaba desolado este lunes.
Los que merodeaban susurraban ofreciendo los productos que el día anterior fueron robados de los llamados "comercios chinos".
"Tenían mucho tiempo en el país y les toca irse con las manos vacías, pero nosotros somos los más afectados, porque (los chinos) eran los únicos que nos proveían la comida", dice a BBC Mundo Juan Domínguez, quien trabaja en un taller de reparación de motos.
Michelle Camacho cree que este resentimiento contra los comerciantes chinos se debe, entre otras razones, a la creencia de que venden los productos importados a precios elevados.
"Por eso la gente no solo se conformaba con saquear los negocios, también se metieron a sus residencias a robarles camas, aires acondicionados, televisores, entre otros enseres", afirma Camacho.
El malestar que generó la medida de sacar de circulación el billete de 100 bolívares tuvo un alto precio en Ciudad Bolívar, donde los disturbios se generalizaron el viernes. Se estima que 320negocios fueron saqueados, de los cuales el 90% corresponde a comercios de comida.
Pese a la prórroga en el plazo para cambiar los billetes, anunciada por Maduro el sábado, los saqueos continuaron en la madrugada y se extendieron hasta el domingo en varias zonas populares, dejando millonarias pérdidas.
"Quedamos sin nada"
"En la familia nos hemos organizado para compartir lo que cada quien tenga en su casa, para poder darle de comer a nuestros hijos. Un kilo de harina lo picamos, mitad para uno y mitad para el otro. Con el arroz, igualmente, porque la verdad es que quedamos sin nada", afirmó Triana Guerra, residente del sector La Sabanita, uno de los lugares con más registro de robos a comercios.
El Ministerio Público (Fiscalía de Venezuela) ha confirmado y abierto procedimientos por cinco muertes asociadas a los hechos violentos tras las protestas en el estado Bolívar.
El gobierno central, que insiste que las protestas responden a planes conspirativos de sectores de la oposición, ordenó el despliegue de fuerzas de seguridad en la zona.
Ciudad Bolívar está militarizada. Los uniformados protegen sobre todo las estaciones de servicio, bordeadas por las filas que se formaron desde el mediodía para surtir gasolina, y los no más de seis abastos pequeños que pudieron comercializar sus escasos productos.
Y mientras unos reían viendo hasta el cansancio los vídeos que circularon en las redes sociales sobre los robos, otros desconcertados lamentaban lo sucedido.
"La verdad, me siento como deprimido, porque esto no debió haber ocurrido", indicó un hombre de 48 años de edad que resguardaba su licorería.
"El pueblo no aguanta"
La ciudad cuenta con una población que crece de forma desordenada y con ello se amplía el cordón de pobreza y miseria en la zona.
"No podemos vivir del CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), las bolsas (de comida) no llegan con tiempo, entonces de paso nos quedamos sin efectivo y sin poder comprar nada. El pueblo no aguanta eso", señala Yusmelis Rosas en uno de los lugares más convulsionados del fin de semana.
"Esto está cada día peor, el salario no alcanza para nada. Yo tengo abierta esta bodeguita para mantenerme vivo. Esto no da. El país no da", expresa Simón Hernández detrás del mostrador de su reducido negocio de verduras.
"La gente bajó, no de los cerros, de los bloques, de las casas, sino de cualquier lado. No había dinero en ningún lado, esto era desesperante", alega Rosa Virginia Viamonte, señalando uno de los locales saqueados.
Hay otras hipótesis que los bolivarenses manejan con recelo. Una de ellas es que algunos focos de saqueos fueron orquestados por bandas criminales asociadas a los pranes (como se conocen coloquialmente los líderes de bandas en las cárceles).
El hampa maneja grandes cantidades en billetes de mayor denominación y al no poder depositarlos ni canjearlos, por ser un dinero ilícito, generó un descontento mayor.
Y a todo ello hay que sumar la escasa reacción de las fuerzas del orden.
"Los policías nos dejaron saquear. Ellos también padecen necesidades, no quisieron atropellarnos, pues también se sienten excluidos", afirma el padre de
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