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Un potente seísmo sacudió este lunes el oeste de Japón, dejando al menos dos muertos, entre ellos una niña de nueve años, y provocando apagones y una suspensión del tráfico ferroviario en hora punta.
Un potente seísmo sacudió este lunes el oeste de Japón, dejando al menos dos muertos, entre ellos una niña de nueve años, y provocando apagones y una suspensión del tráfico ferroviario en hora punta.
El seísmo de magnitud 5,3, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), se produjo cerca de Osaka, a una profundidad de 15,4 kilómetros. La agencia meteorológica japonesa estimó por su parte la magnitud en 6,1 y la profundidad en 13 kilómetros.
"Por el momento sabemos que dos personas murieron", dijo a la prensa, añadiendo que 20 personas resultaron heridas.
La policía local indicó que la niña de nueve años falleció en la localidad de Takatsuki, al norte de Osaka. La agencia de prensa Kyodo precisó que falleció al quedar atrapada bajo una pared que se derrumbó en su escuela.
El primer ministro, Shinzo Abe, aseguró a la prensa que su gobierno se había movilizado con "el objetivo prioritario de salvar la vida de la gente", y dijo haber ordenado a su equipo de "reunir rápidamente información sobre posibles daños.
"Petrificado"
Las autoridades no anunciaron graves daños materiales y no activaron ninguna alerta de tsunami tras el terremoto.
Pero el temblor no generó ningún movimiento de pánico. Los canales de televisión mostraban cómo los pasajeros bajaban con calma a las vías, por las escaleras instaladas por el personal de la red ferroviaria.
El aeropuerto de Kansai (Osaka), el más importante del oeste de Japón, fue cerrado mientras se revisaba el estado de sus pistas.
Por su parte, las autoridades informaron de que ninguno de los 15 reactores con los que cuenta esta región se han visto afectados por el temblor.
Al menos un incendio se declaró en una vivienda situada al norte de la ciudad de Osaka, según imágenes de televisión, que mostraron una calle inundada por la ruptura de un conducto de agua.
"Estaba petrificado. No podía hacer nada después del seísmo. Me ha recordado el de Kobe (cerca de 6.500 muertos en enero de 1995). Estaba preocupado por mi hijo que acababa de irse al instituto. Me he quedado tranquilo cuando me he enterado de que estaba sano y salvo", contó a la AFP Eiji Shibuya, un hombre de 52 años que vive en Itami, al este de Osaka.
Para otros, este episodio reavivó el traumatismo del seísmo ocurrido el 11 de marzo de 2011 en el noreste del país, que provocó un terrible tsunami que causó 18.000 muertos y un grave accidente en la central nuclear de Fukushima.
"He pensado que iba a ocurrir lo mismo", dijo Saki Iwashimizu, una habitante de Osaka de 52 años. "Ha sido tan espantoso".
"El suelo ha temblado con violencia. Ha sido una fuerte sacudida vertical. Casi todos los platos han caído y se han roto contra el suelo", explica Kaori Iwakiri, una enfermera de 50 años.
Tras el terremoto hubo varios temblores de menor fuerza en la zona, y las autoridades alertaron a los habitantes de la región contra el riesgo de derrumbes de casas y de corrimientos de tierra, ya que se esperan lluvias.
Japón se sitúa en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una extensa zona que concentra la mayor parte de los seísmos y las erupciones volcánicas del planeta.
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