DIARIO EN DIRECTO
Hace seis años, mi novio me dejó por otra mujer. Fue entonces cuando me convertí en una "acosadora" de Instagram.
Sentí que necesitaba saber cómo Reena** había logrado tener lo que yo ya no tenía. Quería saber cómo era ella y por qué mi novio me había dejado por ella.
¿Era alta y rubia, y practicaba taichí todos los días, mientras yo me quedaba en casa viendo la televisión? ¿Cocinaba platos espectaculares, a diferencia de mí, que pido comida para llevar?
Al principio, traté de ignorar sus perfiles en las redes sociales; sabía que eso solo me haría sentir peor. Pero un día busqué su nombre en Facebook.
Observé todas sus fotos, atenta a cada detalle. Analicé su forma de vestir y cómo se veía en traje de baño. Examiné meticulosamente cada selfie, desde el tamaño de sus poros hasta las arrugas de su frente. Incluso miré las páginas que había seguido para conocer sus intereses y opiniones.
Fue devastador. Su pelo se veía perfecto, incluso en las fotos en las que la habían etiquetado y todas las ubicaciones registradas la situaban en eventos benéficos. Me sentí terriblemente mal —¿cómo podía compararme con ella?— pero la cosa no terminó ahí.
Seis años más tarde, todavía la sigo "acosando" en las redes sociales.
No quiero decir con eso que la acoso en el sentido criminal de la palabra, pero sigo de manera obsesiva sus actualizaciones en internet.
Encontré su cuenta de Instagram, las cuentas de sus amigas e incluso la de su hermana, para ver cómo había sido su infancia.
Llámenme loca, pero sé que no soy la única. ¿Cuántos de ustedes pueden decir honestamente que nunca navegaron entre las redes sociales de sus exparejas o de ese amigo del que se enamoraron hace años?
Con tanta información al alcance de nuestras manos, no es difícil construir una imagen clara sobre la vida de otra persona, incluso aunque sea un completo desconocido.
Puedes averiguar dónde vive, dónde trabaja, por dónde sale habitualmente... y todo gracias a las redes sociales.
Se ha convertido en una especie de entretenimiento para mí.
Varias veces al día, compruebo las redes sociales de Renna, de mis ex y de sus novias, y de las exnovias de mi novio actual. Los busco en Instagram y observo sus vidas a través de sus videos, fotos e historias.
En la vida real, probablemente me arrestarían por seguir a alguien de manera tan intensa —si los siguiera por las noches o rebuscara entre sus cubos de basura para ver lo que comieron y controlara cada uno de sus movimientos— pero ese es el encanto de las redes sociales: puedes ser increíblemente evidente sin que haya consecuencias.
La gente a la que "acoso" no tiene ni idea de que lo hago y las cuentas privadas de Twitter o Instagram nunca fueron un obstáculo para mí; si me encontraba con una de ellas, simplemente tenía que registrarme en mi cuenta falsa y enviarles una solicitud de amistad.
Empecé a hacer cuentas falsas de Instagram en 2012, cuando descubrí que la de Reena era privada.
Inventé un personaje: una fotógrafa de vida silvestre (a la mayoría de la gente le gustan los animales y no les parece peligroso que les sigas).
A lo largo de los años, mi segunda cuenta se volvió cada vez más realista. He creado una enorme colección de fotos que saqué de internet y me siguen 860 personas.
Me encanta hacerlo. Me encanta mirar cómo es la vida de otras personas. Sé que nunca sabré quienes son realmente porque lo que la gente decide publicar en internet puede ser completamente diferente a su vida real, pero eso hace que "espiarles" me resulte más emocionante.
Tengo que leer entre líneas a través de las etiquetas que usan o de las fotos que comparten, tratar de crear una imagen sobre ellos. Analizo seriamente lo que comparten en redes, de la misma manera que analizaba las obras de literatura en la escuela.
Saber lo que la novia de mi exnovio hace en su tiempo libre se ha convertido en un parámetro para mi propio ego: "¿Corre más de 9 kilómetros al día? Bueno, yo puedo superar eso".
No es lógico y probablemente no sea muy bueno para mí, pero quiero asegurarme de que soy mejor que mi exnovio infiel (y su nueva novia). Y la única forma que tengo de hacerlo es espiándolos.
"Comportamiento abusivo"
Emma Short, del Centro Nacional de Investigación sobre Acoso Cibernético de la Universidad de Bedfordshire, en Reino Unido, dice que el "acoso" extremo en internet puede tener efectos graves para la salud mental.
"Incluso aunque no llegues a contactar a una persona, buscar detalles sobre su vida de manera obsesiva puede ser perjudicial para ti", asegura. "Pese a que no te pones en contacto con ella y ella no lo saben, sigue siendo un comportamiento abusivo".
Observar a otra persona sin que lo sepa y recabar información sobre ella siempre fue visto como un "comportamiento peligroso", dice ella, y en su opinión "obtener información en internet no es diferente".
Es completamente legal mirar el perfil de otra persona cientos de veces al día, si lo deseas. Las investigaciones de Short muestran que solo se convierte en crimen cuando "haces un contacto continuo, persistente e indeseado con una persona y eso le genera miedo y angustia".
En otras palabras, puedes comprobar sus historias de Instagram y las ubicaciones cuando quieras, pero si comienzas a ponerte en contacto de manera repetida, hasta el punto de molestar, podría convertirse en un crimen, según las leyes de orden público y acoso.
Yo nunca contacté a la gente a la que "espié". Sé que tener una cuenta falsa es algo extremo, pero siempre funcionó. Todos aceptaron mis peticiones de amistad, lo cual me permite esconder mi verdadera identidad.
Entiendo que eso sobrepasa algunos límites, pero hasta que Instagram no verifique los perfiles de sus usuarios, crear cuentas falsas sigue siendo fácil.
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Soy adicta a "espiar" en las redes sociales. Paso al menos una hora al día mirando los perfiles de mis "acosados". Siento que necesito hacerlo.
Pero Short tiene razón: no siempre me hace sentir bien. A veces, me hace daño. Me dolió descubrir que mi ex le propuso matrimonio a Reena. ¿Por qué la eligió a ella y no a mí?
Sé que sería mejor para mí dejar que las cosas pasen —tal vez no me habría afectado tanto si no hubiera sabido tanto sobre ella— pero mi curiosidad siempre me gana. No puedo evitar mirar su Instagram, aunque sea para ver si ella y mi exnovio todavía parecen felices.
Puede que yo sea una de las pocas personas en admitir que "acosa" en Instagram, pero sé que muchos lo hacen, en mayor o menor medida.
Hay algo que me hace sentir poderosa sobre saber en secreto tanto de otra persona. Puede que no sea saludable, pero no pienso desprenderme (todavía) de mi perfil falso.
* Stina Sanders es una modelo y bloguera británica. En 2015 fue nombrada por The Independent una de las personas más influyentes de las redes sociales. Tiene 109.000 seguidores en Instagram.
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