En los primeros años de la década de 1990, el temor a la delincuencia y la violencia era un rasgo característico de la vida en Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia. En 1991, el índice de homicidios tuvo un aumento enorme y fue de 381 por cada 100 000 habitantes, por lo que Medellín era el lugar más violento de la Tierra.
Veinticinco años después, los homicidios se desplomaron a alrededor de 20 por cada 100 000 habitantes, y Medellín se considera ahora una de la ciudades más habitables e innovadoras de América Latina. Varias otras ciudades de la región han logrado avances similares, como Cali (Colombia), o Diadema, en el estado de São Paulo (Brasil).
No se trató de una coincidencia. Cada una de estas tres ciudades logró reducir considerablemente la delincuencia y la violencia implementando programas ajustados a su situación específica, y procuró erradicar las causas profundas de la violencia.
En Medellín, las mejoras de la situación de seguridad se debieron tanto a la desarticulación de los violentos carteles de la droga como a varios proyectos de desarrollo urbano y social que ayudaron a integrar los barrios pobres de las laderas con el resto de la ciudad.
Los estudios relativos a Diadema revelaron que en esta ciudad una gran proporción de delitos ocurría durante la noche, en calles específicas, y se vinculaban directamente con el consumo de alcohol. (PDF, en inglés) Teniendo en cuenta estas conclusiones, la ciudad dirigió específicamente sus intervenciones a los lugares críticos, prohibió la venta de alcohol en los bares después de las 23.00, y combinó las intervenciones sociales para fortalecer el capital social y humano. Tres años después, las agresiones contra mujeres se habían reducido el 56 %, en tanto que el índice de homicidios había bajado el 45 %, lo que permitió salvar más de 100 vidas al año.
Lamentablemente, estos alentadores resultados marcan un fuerte contraste con lo observado en muchas otras ciudades. A pesar del crecimiento notable del producto interno bruto (PIB) y una pronunciada baja de la extrema pobreza, en América Latina y el Caribe sigue registrándose un promedio anual de 24 homicidios por cada 100 000 habitantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un índice de 10 o más homicidios por cada 100 000 habitantes es una característica de la violencia endémica. Esto significa que, en muchos países, la violencia prácticamente ha alcanzado proporciones de epidemia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario