El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a su antecesor, Barack Obama, de intervenir sus teléfonos en octubre, durante la campaña presidencial, pero no presentó pruebas que respaldaran sus dichos.
"¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama tenía mis 'comunicaciones intervenidas' en la Torre Trump justo antes de la victoria. No se encontró nada. ¡Esto es McCarthyismo!", tuiteó este sábado Trump, citando la persecución a comunistas en EE.UU. liderada por el senador Joe McCarthy en los años 50.
"Qué bajo cayó el presidente Obama al pinchar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Es Nixon/Watergate. ¡Tipo malo (o enfermo)!", publicó en otro mensaje en Twitter.
El presidente hace allí referencia al notorio escándalo político de Watergate, de 1972, que llevó a la caída del entonces presidente Richard Nixon después de que los medios revelaran una red de espionaje político.
El caso ha vuelto al tapete en las últimas semanas, pero en referencia a los crecientes vínculos entre el gobierno de Trump y Rusia.
Horas después, Kevin Lewis, vocero de Obama, dijo: "Ni el presidente Obama ni ningún otro funcionario de la Casa Blanca jamás han dado la orden de vigilar a ningún ciudadano estadounidense".
"Cualquier sugerencia que indique lo contrario es sencillamente falsa", agregó.
Lewis también dijo que "una regla fundamental del gobierno de Obama era que ningún funcionario de la Casa Blanca podía jamás intervenir en ninguna investigación independiente liderada por el Departamento de Justicia".
La declaración dejó abierta la posibilidad de que efectivamente hubo una investigación judicial.
Por su parte, Ben Rhodes, ex asesor de Obama, escribió en Twitter: "Ningún presidente puede ordenar que se intervenganteléfonos. Esas restricciones se establecieron para proteger a los ciudadanos de gente como usted".
Los cuatro tuits del presidente de EE.UU. acusando a su antecesor fueron publicados luego de que el presentador de radio conservador Mark Levin hablara de las tácticas de "estado policial" del gobierno de Obama para intentar socavar la campaña electoral de Trump.
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington D.C.
Mientras el gobierno de Trump es atormentado por un constante goteo de revelaciones sobre sus lazos con funcionarios rusos durante y después de las elecciones del año pasado, el presidente aparentemente ha identificado a la figura malévola detrás del escándalo: Barack Obama.
Según Trump, el culpable de entrometerse en la campaña electoral estadounidense es el expresidente de EE.UU. y no Rusia. Obama, afirmó Trump, es quien merece ser investigado.
El martes Trump dio una entrevista en la que acusó a Obama y a "su gente" de orquestar las recientes protestas políticas en todo EE.UU. y de estar detrás de las filtraciones del gobierno que han avergonzado a la Casa Blanca.
Hay escasa evidencia que respalde estas acusaciones, pero señalamientos como estos encajan dentro de un patrón. Los momentos de mayor agudeza de Trump suceden cuando se opone a alguien percibido como un antagonista, ya sea Jeb Bush en las primarias republicanas, Hillary Clinton en las elecciones nacionales u Obama ahora.
Trump está regresando a su papel político favorito, algo que surge como una necesidad debido a la presión que está ejerciendo el Partido Demócrata en Washington D.C.
Este podría ser el comienzo de un esfuerzo por enturbiar las aguas ante cualquier investigación que se aproxime, convirtiéndola así en una cuestión partidaria.
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