El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió al exjefe del FBI, James Comey, sobre la filtración de información a la prensa.
En un mensaje publicado en Twitter, Trump le dijo a Comey esperaba que no hubiese grabaciones de sus conversaciones, sugiriendo que tales cintas, si existían, podrían contradecirlo.
Comey, que estaba al frente de una investigación sobre posibles connivencias entre los funcionarios de la campaña electoral de Trump y Rusia, fue despedido el martes.
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Trump insistió en que Comey le dijo que no estaba bajo investigación.
El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo más tarde que Trump no tenía nada más que decir en relación a las "cintas", pero que el tuit del presidente no era "una amenaza" para Comey.
Una vez en la cena y dos veces por teléfono, Comey le aseguró a Trump que no era un blanco de la investigación, dijo el presidente de Estados Unidos.
Sus comentarios provocaron acusaciones desde los opositores de que estaba interfiriendo en la investigación.
Trump también dijo esta semana que él personalmente era responsable de la decisión de despedir a Comey, llamándolo "teatrero" (showboat) y alguien que solo busca figurar (grandstander).
Pero esta explicación parecía socavar los comentarios anteriores de los funcionarios de la administración de que Comey había sido despedido por recomendación del fiscal general Jeff Sessions y su vice Rod Rosenstein.
La primera línea de la carta de Trump que despedía a Comey se refiere a una nota escrita por Rosenstein y dice: "He aceptado su recomendación".
Pero luego le dijo a NBC que "iba a despedirlo sin importar la recomendación".
"Estrategia de todos al ataque": análisis del periodista de la BBC en Washington, Anthony Zurcher
Según trascendió, Donald Trump no estaba contento con cómo su equipo de prensa manejó las consecuencias de su decisión del martes de despedir a Comey, así que abordó el tema con sus propias manos. Y vaya que lo hizo.
Primero, dio una entrevista que esencialmente socavaba todos los argumentos que los funcionarios de la Casa Blanca, desde el vicepresidente Mike Pence hacia abajo, habían hecho para pintar el despedido de Comey como una operación llevada a través de canales normales.
Y ahora se puso serio en Twitter, arrojando una avalancha de acusaciones, denuncias y agresiones contra los demócratas, los medios de comunicación y el propio Comey.
En términos deportivos, la estrategia podría ser descrita como 'mandar a todo el equipo adelante', lanzando un ataque feroz y completo para agobiar las defensas de un oponente. En este caso, Trump tiene a los medios de comunicación luchando para decidir qué historia merece la mayor cobertura.
¿Son los detalles de la cena de Comey-Trump y las referencias del presidente a "cintas" secretas? ¿Su amenaza de cancelar las ruedas de prensa diarias? ¿La visita a la Oficina Oval de un séquito ruso? Tal vez, como sugiere Trump, la "verdadera noticia" ¿es el tentativo acuerdo comercial entre Estados Unidos y China sobre la carne vacuna y los productos avícolas?
Cuando todo es una gran historia, nada lo es. Al menos, eso es lo que Trump parece esperar.
'Cacería de brujas'
Aparentemente irritado por las críticas de los diferentes relatos sobre el despido, Trump usó otro de sus tuits el viernes para decir: "Como un presidente muy activo en medio de muchas cosas sucediendo, no es posible que mis colaboradores se paren en el podio con una precisión perfecta"
Y añadió: "Quizás lo mejor sería cancelar todas las futuros encuentroscon la prensa y entregar respuestas escritas ¿por el bien de la precisión?".
No estaba claro si la referencia de Trump a las "cintas" sugería que podría haber grabaciones secretas de conversaciones que pudieran utilizarse para desafiar cualquier declaración de Comey o si era simplemente una manera de evitar que el exdirector del FBI hiciera comentarios.
Pero la referencia no ha hecho nada para silenciar los ecos del caso Watergate que han resonado alrededor de la investigación sobre la interferencia rusa.
En 1973, el presidente Richard Nixon despidió a Archibald Cox, el fiscal especial de Watergate que buscaba acceso a cintas de conversaciones presidenciales que finalmente llevaron a la renuncia de Nixon.
Trump desestimó la investigación del FBI al calificarlas como una "farsa" y dijo que los demócratas están usando "noticias falsas" sobre la connivencia con los rusos como excusa por haber perdido las elecciones.
En otro tuit del viernes, Trump dijo: "Cuando (el exdirector Nacional de Inteligencia) el propio James Clapper, y casi todos los demás con conocimiento de la 'caza de brujas', dice que no hay colusión, ¿cuándo termina?".
Sin embargo, el sucesor de Comey, el director interino del FBI, Andrew McCabe, dijo el jueves que sigue siendo "una investigación muy significativa".
En una declaración ante el comité de inteligencia del Senado, McCabe puso en duda las afirmaciones de la Casa Blanca de que Comey había perdido la confianza de su personal.
"Puedo decir con confianza que la gran mayoría de los empleados tuvieron una conexión profunda y positiva con el director Comey", dijo McCabe.
Separadamente el viernes, los abogados de Trump dijeron que una revisión de sus declaraciones de impuestos de los últimos 10 años mostró que no hubo "ningún ingreso de cualquier tipo de fuentes rusas".
Aunque había ingresos de un concurso de belleza y la venta de una propiedad, no había "inversión de capital por parte de los rusos" y no había deudas de rusos a Trump, según decía una carta.
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