En la vida de Joaquín "Chapo" Guzmán, uno de los criminales de más renombre en el mundo, enero ha sido un mes que probablemente no olvide.
En enero de 2016 el capo mexicano fue capturado seis meses después de su memorable fuga de una cárcel de máxima seguridad a través de un túnel.
Un 19 de enero de 2001 se empezó a forjar su leyenda al escaparse por primera vez de prisión. Esa vez en un carro de lavandería.
Otro 19 de enero, pero 16 años después, la era en México del que fuera líder del poderoso cartel de Sinaloa y símbolo de la aciaga época de la guerra al narcotráfico llegó a su fin.
En la tarde de este jueves el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto lo entregó a las autoridades de Estados Unidos, cuyos tribunales lo requieren por cargos como lavado de dinero, asociación delictiva y delitos contra la salud, entre otros.
"Tú no le pones la medalla"
Para nadie pasó desapercibido que fue enviado a EE.UU. apenas horas antes de que Barack Obama deje el poder y Donald Trump asuma la presidencia este viernes.
"No quisieron darle la victoria a Donald Trump. La extradición hoy era el primer momento legalmente posible y el primer momento políticamente viable. Fue como decir: sí lo extraditamos pero Trump, tú no te pones la medalla", le dice a BBC Mundo el especialista en seguridad Alejandro Hope.
"Como quiera que sea lo iban a extraditar, la decisión estaba tomada hace un año, independientemente del proceso electoral estadounidense, y lo iban a extraditar a la primera oportunidad posible", explica.
"Es demasiada coincidencia para pensar que no hay intención política", le asegura a BBC Mundo Jorge Chabat, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México.
"La intención del gobierno mexicano", agrega, "es mandar un mensaje de que se puede colaborar con Estados Unidos, que si Trump colabora con México podría haber una relación fructífera en el tema de seguridad".
Chabat también considera que otra podría ser la señal, y que una no es excluyente de la otra: "Podría tener el mensaje de que se lo damos a Obama, pero también pueden querer decir que estamos colaborando, hacerle entender a Trump que por la buena México puede ser un buen aliado en vez de si está en conflicto permanente".
En la noche del jueves el gobierno negó que hubiera un vínculo entre la decisión y la llegada de Trump.
"No tiene que ver nada, hoy fue resuelto, y nosotros en términos del tratado internacional teníamos que hacer la entrega inmediata de la persona solicitada por el gobierno de Estados Unidos, de no hacerlo generaría responsabilidad e incumplimiento a las normas internacionales y en específico al tratado celebrado entre México y Estados Unidos", dijo en conferencia de prensa Alberto Elías Beltrán, subprocurador jurídico y de asuntos internacionales de la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR).
El proceso
La cancillería mexicana había aprobado en mayo pasado su extradición pero los recursos que la defensa de Guzmán, de 59 años, presentó ante la justicia habían demorado el proceso, que se estimaba podría culminar este enero.
Apenas el gobierno mexicano capturó a Guzmán en enero de 2016, la PGR inició el proceso para extraditarlo.
Ello representó un cambio en la política del gobierno. En 2014, cuando el capo fue detenido por segunda vez, el entonces procurador, Jesús Murillo Karam, dijo que Guzmán Loera debería ser juzgado primero en México y cumplir sus sentencias.
"Yo puedo aceptar la extradición, pero en el momento que yo diga. 'El Chapo' se tiene que quedar aquí a cumplir su condena y después lo extradito. Unos 300-400 años después, falta mucho", señaló el fiscal general.
Pero tras su fuga en julio de 2015, la humillación que representó para el gobierno y la posibilidad de una nueva fuga parecieron inclinar a las autoridades a hacer todo lo posible para que Guzmán fuera enviado a Estados Unidos.
El hombre que estuvo fugitivo durante 13 años y desde la clandestinidad hizo del cartel de Sinaloa la organización de narcotráfico más poderosa del continente, con presencia en decenas de países en América, Europa, Asia, Oceanía y África, se encontraba preso en una cárcel en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.
En la tarde del jueves lo subieron a un avión rumbo a Nueva York, donde empezará el proceso de enfrentar a la justicia estadounidense.
Para Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), la decisión de enviarlo el día antes del cambio de gobierno en EE.UU. "es un gesto al gobierno de Obama, es la última pieza de toda esta lucha del narcotráfico que se emprendió desde el año 2006 y que a la administración Obama le tocó ser interlocutora de los gobiernos mexicanos".
"Es como cerrar un ciclo. De alguna u otra manera al gobierno de Obama le tocó impulsar en buena medida el Plan Mérida. Y la captura de alguna u otra manera fue una especie de logro del Plan Mérida. La cereza en el pastel es la entrega de Guzmán Loera", señala.
A horas del inicio de lo que promete ser una etapa turbulenta en las relaciones entre ambos países, México podría haberle tendido una mano a Estados Unidos. Y al igual que en los otros aspectos del vínculo Trump-México que se inicia este viernes, la incertidumbre sobre la interpretación del gesto y una eventual reacción reina.
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